LATENCIA: SEXUALIDAD Y ESTRUCTURA
Mónica
M. Palacio Colorado
Ponencia
presentada en la Jornada Sexualidad infantil y siglo XXI. RHIPNA – Pereira
17
de junio de 2017
La
sexualidad infantil, tiene manifestaciones diversas y complejas que aún, en el
siglo XXI, nos plantea cuestionamientos y la necesaria obligación de tratar de
aportar desde nuestra lectura de Freud y Lacan y por su puesto desde la propia
clínica, algunos elementos para su comprensión.
Me
quiero centrar en la pregunta sobre las prácticas sexuales de nuestra
actualidad. Pues por la observación y la inmersión en el mundo infantil y
adolescente he podido seguir la emergencia de ciertos fenómenos.
No
estoy por fuera de intervenciones educativas con niños que realizan sexting, que deben saber ustedes es un
término que se refiere al intercambio voluntario de imágenes, fotos o videos de
carácter íntimo o erótico entre adolescentes, en el contexto de una relación de
amistad o de noviazgo. Y el gromming que es una práctica en la que
un adulto inicia y mantiene una relación virtual con un niño o adolescente
haciéndose pasar por alguien de su edad, manipulando la información, haciéndose
su amigo y que lo puede iniciar en prácticas sexuales como el sexting o encuentros en la vida real
que pueden implicar un riesgo para el más joven.
Claramente
este tipo de prácticas infantiles o adolescentes son facilitadas por la
pantalla que hace función de intermediario y que permite a los niños asumir
practicas más osadas que ponen en escena sus fantasías y en particular que
movilizan unas prácticas sexuales inéditas en un momento particular de la
constitución subjetiva.
En
1908 en La Moral Sexual Cultural y la Nerviosidad Moderna Freud (FREUD, La moral sexual "cultural" y la
nerviosidad moderna., 1908) deduce lo que se
puede entender como una fórmula: lo síntomas individuales, para él la neurosis,
dependen de los valores morales de la época y de la posibilidad de ésta
tramitar el goce sexual.
La
indagación y referencias que elige Freud para ampliar sus hipótesis son
múltiples y apuntan todas con Von Ehrenfels, Erb, Binswanger, Von Krafft-Eibing
hacia la función y origen de la nerviosidad causada o producto de la modernidad.
Leer la pagina 165 es un retrato de lo que sería nuestro mundo actual, y Freud
dirá “Así este cuadro de conjunto muestra ya una serie de peligros en nuestro
desarrollo cultural moderno” (FREUD, La moral sexual "cultural" y la nerviosidad moderna.,
1908, pág. 165)
y no están en un error – los autores que él cita - , sino que resolver que la
causa de la neurosis es producto del desarrollo cultural es insuficiente, pues
el raciocinio de Freud lo conduce a decir, la cultura a parte del progreso se
ocupa de la sofocación de la pulsión sexual, lo nocivo de la cultura para los
hombres será entonces como lo dije más arriba la regulación del goce, es lo que
Freud desarollará ampliamente casi 20 años después en el malestar en la cultura
y que Lacan podrá formalizar con sus teoría sobre los discursos, donde el lazo
social es posible por la regulación del goce.
Freud
puede decir entonces que hay una moral sexual cultural que regula el goce
sexual subyacente a la producción de los síntomas. Y en la evolución de lo que
llamamos cultura, lazo social, es claro que en nuestra época se ha pasado de la
represión por la vía de la moral sexual cultural a la educación de la
sexualidad (MESA, 2006)
es decir de la prohibición a la prescripción y ello no es sin efectos para los
niños y jóvenes.
Centrémonos
entonces en la sexualidad infantil. Sabemos todos que Freud en sus tres ensayos
de teoría sexual (FREUD, Tres ensayos de teoría sexual, 1905) introdujo lo
esencial de lo que se podía constatar en cuanto a las características de la
sexualidad. Yo quiero retener varias: Una. Propia a todo ser humano desde el
nacimiento. Dos: Es una sexualidad autoerótica, es decir el niño obtiene el placer
sexual de su propio cuerpo. Tres: Se satisface por medio de las zonas erógenas,
que no están al servicio de la reproducción, dirá Freud, y esto es básico por
la ignorancia del niño de lo que es el conducto vaginal y de la producción de
esperma en el genital masculino, es decir, el niño a pesar del placer
descubierto en los genitales, desconoce que sirven para reproducirse, desconoce
que sirven incluso para acoplarse, hay un no saber, diría yo característica
fundamental de la sexualidad infantil.
Cuarta: se despliega con respecto al complejo central de la infancia, el
complejo de Edipo que introduce al niño en una lógica particular frente a las
figuras parentales. Y quinta: permite al niño elaborar teorías sexuales sobre
el origen, sobre el nacimiento y sobre el sexo, lo que inaugura la pulsión de
saber y abre la vía para que haya acceso al saber intelectual. Cada una de
estas características ameritaría un despliegue particular, pera ya esbozadas
nos permiten ver la amplitud de lo que se juega.
Freud
en este ensayo parte de los hechos que todos quienes están en contacto con
niños pequeños pueden constatar, él parte de la observación y de los
comportamientos y acciones cotidianas de los niños, pero pasar de constatar a
admitir o reconocer aún hoy es un poco perturbador para mucho adultos incluso inadmisible, más 100 años
después. ¿Por qué? En particular los
padres, aunque digan que la sexualidad infantil y sus formas de expresión en
juegos, imitaciones, exploración, preguntas o curiosidad, son normales, cuando
es su hijo el que explora, juega o pregunta
no solo divide a los adultos padres, quienes niegan que eso provenga de
él, tuvo que ser aprendido, incitado, etc., de modo que hay un circulo, pues
los demás padres suponen igual, que el niño tuvo que ver algo en casa que lo
incita a reproducirlo, a hablar de esa manera, mientras que los padres suponen
que son los hijos de los otros y no ellos mismos quien alimenta esa sexualidad
que desacomoda.
Mis
preguntas sobre las razones para ello insisten. Y me respondo ya preparando
este tema, dos cosas. La primara es más evidente y es que los padres escuchan
las preguntas de los niños o interpretan su actuar desde la propia sexualidad:
adulta y exclusivamente genital y la segunda, menos evidente y por tanto
fundamental, y hace parte de los planteamientos de Freud es que la sexualidad
infantil es inadmisible del hecho que no queremos saber nada de eso, que es el
mismo fundamento del inconsciente: eso de lo que no se quiere saber: que nos
conduce a nuestro desconocimiento. Pasión por la ignorancia que engendra en la
época de Freud ataques contra él y contra el psicoanálisis, y que hoy aun
engendra horror y desmentida, pero que a nosotros nos implica interrogar.
La
sexualidad humana, con esta base tendrá dos oleadas en su evolución. La primera
es la descrita por las características de lo infantil sexual. Y la segunda que
despunta con la pubertad y todo el movimiento biológico del ser humano que se
dispone para la reproducción y por tanto para el ejercicio de una sexualidad
genital que implica la elección de objeto en una reedición de la elección
infantil primera.
Retengamos
aun otro elemento. El niño no tiene cómo tramitar lo sexual en la infancia,
pues no tiene los mecanismos psíquicos para ello, ya dijimos que ignora la
función de la procreación y de la copulación, para los que orgánicamente
tampoco está preparado su cuerpo infantil.
Entre
esos dos momentos bien delimitados por Freud, está un momento fundamental llamado periodo de
Latencia. Conservo la palabra periodo porque designa ese fragmento de tiempo específico
entre la infancia y la adolescencia, momento no ubicado en términos de edad o incluso
de madurez sino de momento lógico de salida del Edipo que le permite al niño
tramitar algo del exceso de lo sexual infantil.
“El
neonato trae consigo gérmenes de mociones sexuales que siguen desarrollándose
durante cierto lapso, pero después sufren una progresiva sofocación…durante
este periodo de sofocación llamada de latencia total o parcial se edifican los
poderes anímicos que más tarde se presentarán como inhibiciones del camino de
la pulsión sexual y angostarán su curso a manera de unos diques (el asco, el
sentimiento de vergüenza, los reclamos ideales en lo estético y lo moral). Se
tiene la impresión -dice Freud - de
que en el niño civilizado estos diques son obra de la educación, que sin duda
aporta un tanto, pero -dice él- este
desarrollo es de condicionamiento orgánico. Fijado hereditariamente y llegado
el caso puede llegar a producirse sin ninguna ayuda de la educación.
Durante
el periodo de latencia el aflujo de las mociones sexuales no ha cesado, pero su
energía es desviada del uso sexual y aplicada a otros fines.
“las
mociones sexuales de estos años infantiles serían, por una parte, inaplicables,
pues las funciones de la reproducción están diferidas, lo cual constituye el
carácter principal del periodo de la latencia…por eso suscitan fuerzas anímicas
contrarias que constituyen, para la eficaz sofocación de ese displacer, los
mencionados diques psíquicos: asco, vergüenza, moral. ” p. 162
El
periodo llamado de latencia, es un periodo de diferimiento de la pulsión
sexual, que no supone dice Freud un cese total de la actividad sexual, ciertas
prácticas pueden persistir durante el mismo y “hasta el estallido reforzado de la pulsión sexual en la pubertad” 162
(FREUD, Tres ensayos de teoría sexual, 1905, págs. 160-162)
Aparentemente
lo que es el desarrollo sexual del niño, en palabras de Freud, parece verse
interrumpido, en el sentido de que no tiene un ejercicio tal visible, tan
evidente como lo que ocurre con el niño pequeño. Y según esto es porque se prepara,
poR medio de los diques anímicos, que me parece insistir no son propios de la
cultura, aunque bien ésta ayuda, permiten someter algo del exceso de la pulsión
a una cierta regulación y por ende que la latencia cumpla su función, que entiendo
siguiendo a Freud es una función de trámite de lo real de lo sexual que sin
este tiempo no sería posible.
Aquí
me voy a referir a una conferencia de Bernard Nominé (Nominé, 2001), quien aproximándose a este tema
propone un esquema que sitúa la latencia como un espacio, talvez un corte entre
la infancia y la vida adulta / entre la sexualidad infantil y la sexualidad
adulta.
Infancia Vida Adulta
Sexualidad infantil
periodo de latencia
Sexualidad adulta.
→ →
Es
evidente la función de corte y separación cuando se ve así ubicada. Y es que
como periodo, que para nada introduce estadio evolutivo, sino como periodo,
tiempo, introduce más bien y con las indicaciones de Freud, un tiempo necesario
para la reorganización de los sexual, que antes de la latencia tiene un
carácter perverso, pues carece de los dispositivos anímicos y fisiológicos que
den tramite a la función sexual genital.
Es
muy importante entonces retomar la característica de desconocimiento, de
ignorancia de la sexualidad infantil. El niño ignora, aunque el aparato genital
funcione, el niño ignora, desconoce su función y desconoce para qué puede
servir, no solo el genital sino el placer que le dispensa. La función de no
saber es lo que se juega en la sexualidad infantil y la latencia preserva de
alguna manera ese no saber, pues es el tiempo lógico que precede la ejecución
del acto.
Cito a Freud en la Nota Autobiográfica de
1925-4.
El carácter más notable de la vida sexual humana es su
acometida en dos tiempos con una pausa intermedia. En el cuarto y quinto años
de vida se alcanza una primera culminación, pero luego se disipa ese
florecimiento temprano de la sexualidad, las aspiraciones hasta entonces vivas
caen bajo la represión y sobreviene el período de latencia, que se extiende
hasta la pubertad y en el cual se instituyen las formaciones reactivas de la
moral, la vergüenza, el asco. La doble acometida del desarrollo sexual parece
exclusiva del ser humano entre todos los seres vivos, y es quizá la condición
biológica de su predisposición a la neurosis. (Freud S. ,
1924(1925))
Yo quisiera insistir en este asunto de una característica
puramente humana en cuanto a lo sexual que se determina en dos tiempos, pues
entre los dos hay una ruptura, latencia, represión dice aquí Freud, corte
dijimos nosotros, tiempo “durante la cual se edifican las restricciones éticas
como formaciones protectoras contra las mociones de deseo del complejo de
Edipo” (Freud S. , 1922-1923), de allí que
afirmemos que es un tiempo de trámite,
predisposición biológica dice Freud, pero no se trata por tanto de un hecho
fisiológico, se trata más bien de una hecho de estructura de la condición
sexual del ser humano. Un hecho que preserva el no saber de la sexualidad
precoz de la infancia, que permite la reorganizaicón de lo sexual en el segundo
tiempo de la pubertad, donde lo real del cuerpo pulsional despierta en el niño
las viejas mociones.
Bernard Nominé (Nominé, 2001,
pág. 8),
dice que la latencia es un tiempo de corte en el saber. Lo cito: “el niño goza
sexualmente pero él no lo sabe. Él no sabe para qué le sirve ese goce Y cuando
el adulto sabe a qué le sirve, ha olvidado que él gozó en tanto niño”. Este
hueco en el saber, es entonces esencia. Es a esta exigencia constitucional
humana si seguimos a Freud que responde el periodo de latencia.
Este periodo de latencia podría no darse, Freud refiere
para ello dos condiciones: Una, la precocidad sexual referida a la precocidad
madurativa del aparato genital y la segunda el encuentro con un seductor que
provoca la emergencia de la sexualidad adulta en el niño y la emergencia de lo
adulto quiere decir la sexualidad ligada al saber de la procreación y del coito.
Los niños abusados en el acto de repetir la escena, o a su vez de seducir innumerables veces a sus iguales da cuenta de ese saber y da
cuenta de la fijación a cierto modo de goce propiamente adulto: penetración,
felación, etc.
Así, retomo a Nominé, el periodo de latencia representa
un vacío, una distancia necesaria entre el goce existente en la infancia y el
saber, es decir la significación aportada por la vía sexual del adulto. El
periodo de latencia es la manera de objetivar lo que Lacan llama la división
del sujeto: el sujeto está dividido entre el goce y el saber.
Hay una relación particular entre el goce del niño y el
saber del adulto que explica un poco lo que ocurre en nuestra época, pues
centra la atención en lo perverso, o la perversión, que es denunciada de todas
maneras y en todos los ámbitos. El niño goza sin saberlo, pero lo perverso que la sociedad
actual restaura o introduce es la continuidad entre ese goce-sin saber
(infantil) y el saber adquirido en la vida sexual del adulto, continuidad entre
goce y saber que cierra la hiancia o el corte producido por la latencia. Si el
niño en edad infantil tiene acceso a dicho saber el tiempo de latencia
necesario no se produce y se producen las fijaciones de goce perverso que
muchos niños y adolescentes repiten a diario.
INFANCIA VIDA ADULTA
⇢⇢⇢⇢⇢⇢⇢⇢⇢⇢❌⇢⇢⇢⇢⇢⇢⇢⇢⇢⇢⇢
GOCE SABER
PERVERSIÓN
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Hoy
los niños no necesitan un seductor, pedófilo abusador. La cultura es lo
suficientemente perversa para que el encuentro sea más factible que en tiempos
de Freud.
El
tierno amor de los padres, en el fondo un poco infantil, no es otra cosa que el
narcisismo de los padres renaciendo y que en su transformación en amor de objeto, revela su esencia original.
Pero en la confusión de funciones, en el borramiento de la diferencia sexual y
de las generaciones, son los niños los que son expuestos y la infancia un poco
abolida. Las familias están sometidas al discurso del amo actual que no
requiere más el ordenamiento de los sexos, de las generaciones y por tanto no
se refiere más a los términos que
exigían y procuraban normas, o que limitaban e incluso prohibían, no se tratan
valores como el pudor, supone la subversión completa de lo intimo, pero si es
un discurso que habla de lo sexual en términos científicos, de derechos y por
supuesto de la libre expresión y elección. El niño del siglo XXI casi que
vuelve a ser el “pequeño hombre” de la Edad Media, con la única diferencia que
es idealizado por la familia y en general por la cultura haciendo que el tiempo
de la infancia se perpetué pero con el saber perverso del fin de lo sexual
genital.
La
experiencia educativa a la que hago referencia al inicio y que me ha permitido
ver este asunto cultural sexual actual, me permite desde la observación
plantearme preguntas sobre os efectos subjetivos de cierta practicas. Niños de
5 o 6 años que aprendiendo a escribir introducen en sus pantallas (regalo del
niño dios ode cumple) las palabra mágicas que los introducen no solo al mundo
de la sexualidad adulta sino al de la pornografía: resultado, manifestaciones
sexuales repetitivas (como aquellos que son abusados) con compañeros de su edad
y que solo tras largas indagaciones los mismos padres revelan, no solo la falta
de control de lo que hacen sus hijos con esas pantallas (aunque han escuchado
hablar de los bloqueos parentales) sino además aunque estén cerca y siempre
presentes la falta de sentido común frente al comportamiento sexual infantil:
desmentida dice Freud.
La
erotización del cuerpo y las relaciones del niño. Hablo de la erotización de
las niñas con su ropa de mujer seductora,
la erotización de las fiestas infantiles animadas con la música del amo sexual.
Música que por el desconocimiento no-saber del que ya hablamos los niños
repiten hasta el cansancio sin saber lo que allí está dicho, escuchen con
atención la canción “Despacito” y sabrán, porque son adultos, de lo que hablo y
tal vez ustedes y yo no nos sabemos toda la letra pero me atrevo a decir que
todo niño colombiano ha cantado, repetido y hasta imitado el baile y el
gesto…eso no es suficiente para perversamente borrar la discontinuidad entre
goce y saber, pero conduce a las fiestas adolecentes en las que a los 13 o 14
años los niños, como en la ruleta rusa, van teniendo actos sexuales de felación
o penetración con el partenaire de juego que sigue en el “turno”, parece que lo
acéfalo de la pulsión que está allí de lleno, prolongando lo perverso de la
sexualidad infantil, perversión generalizada dice Colette Soler.
Para
terminar señalo igualmente el fenómeno creciente y para mi modo de ver
alarmante de niños y niñas transgenero incluso transexuales que en países como
Argentina desde los derechos de la población sexual diversa permite con toda
legalidad asignar en la libreta de “identidad” un género diferente para un niño
o niña de 3 o 4 años…y por tanto comenzar un tratamiento hormonal para un
cambio de sexo. Dejo esta pregunta abierta para señalar la dimensión del
discurso en el tratamiento de la infancia.
Trabajos citados
FREUD, S. (1905). Tres ensayos de
teoría sexual (Vol. VII). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu editores.
FREUD, S. (1908). La moral sexual "cultural"
y la nerviosidad moderna. (Vol. IX). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu
editorres.
FREUD, S. (1922-1923). DOS ARTICULOS DE ENCICLOPEDIA
“PSICOANÁLSIS” Y “TEORIA DE LA LIBIDO” (Vol. XVIII). Buenos Aires:
Amorrortu editores.
FREUD, S. (1924(1925)). PRESENTACIÓN AUTOBIOGRAFICA (Vol.
XX). Buenos Aires: Amorrortu editores.
MESA, C. (2006). Adolescencias contémporaneas: de la
educación sexual al saber en exceso. . Informes psicologicos. N° 8.
NOMINÉ, B. (2001). La adolescencia o la caida del angel. Marraio.