El niño: de sujeto del inconsciente a
parlêtre.[1]
Por: Mónica M. Palacio C.
Quisiera
introducir esta reflexión sobre una pregunta: ¿existen el niño y el adolescente?
la respuesta inicial es, pero claro que existen, todos lo fuimos, todos
conocemos algunos. Sin embargo, para ubicarnos rápidamente, cuando hacemos la
pregunta es porque nuestro campo el del psicoanálisis lacaniano, no es un campo
de especialización clínica con niños o con adultos, ya que la intervención del
analista no apunta al yo o a la persona que es necesariamente un concepto de la
psicología evolutiva, e incluso de las ciencias del derecho, que sitúan su
campo de intervención con las personas de acuerdo al grupo etario.
Pues
bien, es cierto que Freud y Lacan hablan de los niños, de lo que ellos enseñan.
El niño, el ser humano pequeño, interesó a Freud quien fue quien le dio la
posibilidad de ser un analizante, pues instituyó las condiciones para que la
intervención con ellos fuese posible. Una de esas condiciones y la primera es
que Freud instituye la realidad sexual del Inconsciente que no tiene edad, lo
demostró en 1905, con los tres ensayos de teoría sexual, uno de cuyos ensayos
fue dedicado a la sexualidad infantil, que era considerada inexistente.
A
partir de Freud, aunque 112 años después aún sea costoso de admitir, hay una
extensión del término sexualidad que deja por tanto de ser un concepto limitado
a lo natural y normal de la reproducción, que opera en sí mismo un corte con la
idea evolutiva del desarrollo, pues lo que pudo demostrar es que esa sexualidad
infantil no evoluciona hacia una sexualidad llamada normal, pues dice el mismo
Freud (1916-17) "Ustedes incurren en el error de confundir sexualidad y
reproducción" es decir
Freud se opone a la concepción de la sexualidad ligada a la función del sexo
biológico.
La
otra condición para poder tratar a los niños, es que Freud se interesa en sus
sueños, y hasta experimenta con la propia Ana la asociación de ideas sobre los
sueños. Es un observador audaz, y ve en la repetición del juego de un niño
pequeño una reproducción simbólica. Es decir, Freud ubica a los niños en el
campo del lenguaje, y en posibilidad de responder a la vida (sueños, ausencia
de la madre, fobia) con recursos simbólicos. Sexualidad y lenguaje
constitutivos de su noción de inconsciente permite que los niños puedan ser
participes del dispositivo analítico.
Estas
dos premisas nos permitirán avanzar un poco más en lo que es nuestro campo: el
lacaniano.
Lacan
también habla del niño o de la infancia. Hay varios textos y seminarios en los
que se ocupa de la estructuración subjetiva. En dónde habla del encuentro del
niño con el Otro, con su deseo principalmente. Y hablará del niño como sujeto.
En
la conferencia sobre el Síntoma, en Ginebra en 1974, se ocupa de poner al día precisamente lo que
distingue al psicoanálisis pues, que se pueda “remover el goce del síntoma por el verbo fue el primer paso de la
experiencia freudiana”, pero aún hay más, pues es en “el encuentro de las palabras con
el cuerpo que algo se dibuja” dice él, “de
allí que sea necesario llamar las cosas
por su nombre y si las cosas referidas
al síntoma se cristalizan en la infancia, en una “etapa precoz para el niño”,
se pregunta Lacan, “¿cómo no relacionar
este hecho,- la cristalización del síntoma de forma prematura en el niño - con el modo en que analizamos los sueños y
los actos fallidos?” y Lacan acudiendo a Freud dice que los sueños y actos
fallidos pueden interpretarse porque son relatados, porque adquieren su valor
gracias a las explicaciones del sujeto, “solo
en el proceso de su relato se ve lo que Freud llama su sentido” y nos deja
una definición del inconsciente absolutamente relevante para nuestro objetivo: “el inconsciente es la manera que tuvo el
sujeto de estar impregnado, por el lenguaje, de llevar su marca.” El Inconsciente
entonces es una marca, la marca del lenguaje en el cuerpo.
Para
Freud el síntoma al igual que los sueños es analizable, es decir, se puede
interpretar por la vía del sentido, pero el síntoma también toma el cuerpo,
hace resonancia en el cuerpo, y por eso quiero insistir en esta cita de la
conferencia sobre el síntoma, pues a partir de ella podríamos decir que el
origen de todo síntoma, estaría ubicado en esta experiencia del “baño” del
lenguaje, a la que Lacan se refiere cuando dice que el sujeto estuvo impregnado
por el lenguaje, lo que no quiere decir
por tanto que el sujeto, hablamos del niño, pueda usar el lenguaje, hablarlo o
apropiarse de él; Lacan se está refiriendo más bien a un tiempo del encuentro
del niño con el lenguaje, o la lengua hablada por el Otro que toca, baña el
cuerpo del niño. Por eso Lacan habla de impregnar que tiene como sinónimos
empapar, tocar, untar… pasamos del universo simbólico, al que estamos
acostumbrados, a una definición del Inconsciente que implica el lenguaje, pero
también el cuerpo como sustancia gozante.
Nuestra
pregunta no es solo si existen el niño y el adolescente, sino que siguiendo el título
propuesto es, además, qué relación tienen estas nociones con las de sujeto y hablanteser.
Me
valgo de lo que acabo de señalar sobre el inconsciente para tratar de responder
y para a su vez introducir otros dos términos.
Primero el término es usado por Lacan en varios textos de los años 70, Lalangue. En esta misma conferencia sobre el síntoma Lacan
habla de la importancia que tiene para algunos pacientes el modo en que fue
deseado por los padres: “Los padres
modelan al sujeto en esa función que titulé como simbolismo. Lo que quiere
decir, estrictamente, no que el niño sea el principio de un símbolo, sino que la
manera en que le ha sido instalado un
modo de hablar, no puede sino llevar la marca del modo bajo el cual lo
aceptaron los padres” (Lacan 1974) pues bien, aparte de aceptarlo, esos
padres también hablaron de un cierto modo a ese niño, antes incluso que éste
pudiera entender el sentido de las palabras dichas, pues lo importante de esa
impregnación inaugural del lenguaje, es precisamente que la lengua de los
padres es oída/entendida[2] fuera de sentido, y de la
cual algo queda (reste/ resto – sobra), algo que volverá después en los sueños
y otras formaciones, pues son restos de ese lenguaje desprovistos de sentido,
pero no desprovistos de presencia, dice Colette Soler (2012), presencia del Otro
decimos nosotros, de ese deseo que antecede al sujeto, pero también presencia
del cuerpo del Otro, de allí que esa
palabra deposita un resto en el pequeño.
La
noción de inconsciente, se aclara con este antecedente, pero se enriquece
también, se amplia. Aunque Lacan trata de ubicarlo desde el seminario 11 “los 4
conceptos fundamentales del psicoanálisis” de 1964 donde hay una lección que se
ha establecido como “El Inconsciente freudiano y el nuestro”, es hasta los años
70 que como concepto se puede completar. El inconsciente freudiano, es un
inconsciente reservorio y con una clara referencia a algo que está en las
profundidades. Inconsciente no sabido que emerge por la vía del sentido gracias
a la interpretación, que ya dijimos no es una interpretación de los símbolos,
es una interpretación venida del mismo hablante, interpretación a partir de lo
narrado por quien padece el inconsciente y que cierne el sentido del síntoma.
Y,
aunque después de Freud, se habla de que el sujeto se constituye en el lugar del
Otro, que el sujeto no es sin el Otro, sin el discurso, sigue primando la idea
de ese inconsciente profundo, que incluso puede asustar a muchos pacientes
temiendo encontrar algo oculto, guardado y que por obra del análisis emergerá,
algo casi siniestro. Pero con lo que
hemos dicho hasta aquí, con el asunto del baño del lenguaje que toca, impregna
el cuerpo del niño, estamos en otro lugar, estamos en la idea del inconsciente
con la estructura de una banda de Moebius, que no tiene la idea de profundidad,
pues es una banda, pero además implica la idea de lo que tiene una vuelta sobre
sí mismo, que es a la vez externo e interno, íntimo; de modo que a mi modo de ver esas palabras
fuera de sentido escuchadas por el niño
y venidas del Otro, pueden constituir la primera marca de lo simbólico tal como
lo descubre Freud, pero detrás de eso que el niño escucha/entiende quedan unos
restos depositados, ¿dónde?
Con
esta pregunta pasamos del lugar del Otro, del que habla, al lugar del que escucha/
entiende aun sin la función de comprender; lugar que guarda, almacena, y olvida
eso que se escucha/ entiende y que solo saldrá de alguna manera en los sueños,
en todos los tropiezos, en todas las formas de decir del síntoma, que es lo que
Lacan llama la “moterialidad”[3] del inconsciente, es decir
que el inconsciente está hecho de palabras, venidas del Otro, pero escuchadas y
aunque no comprendidas, apropiadas por el sujeto en su cuerpo mismo. Me parece que esta ampliación del inconsciente-banda
de Moebius y ya no solo profundidad ubica al niño en una dimensión mucho más compleja
que la de su edad.
Pues
bien, a todas estas palabras dichas antes de que el niño pueda darles algún
sentido es lo que Lacan llama lalangue
que es nuevamente uno de sus neologismos que hace homofonía con “lallation” en francés y que podemos
traducir como “laleo”, que es el hecho
de cantar “lalala” para dormir a los niños; pero también es una manera de
llamar el “balbuceo” de los bebés que son las vocalizaciones espontaneas de estos.
Señala Colette Soler en “El Inconsciente reinventado” (2012), que “el laleo es
el sonido desagregado, despegado de cualquier sentido, pero no por tanto desagregado
del estado de satisfacción del niño.” (p.34) Por eso el termino lacaniano “lalangue” evoca la lengua emitida antes
del lenguaje estructurado que ya comenté.
Para
introducir este término Lacan usa una escritura condensada, lalalengua es la traducción que yo quiero explorar, y que se
refiere entonces a la primera palabra escuchada, la lengua materna escuchada al
mismo tiempo que los primeros cuidados del cuerpo, creo que podríamos decir que
es la lengua encarnada.
Lacan
ya venía aproximándose a esta noción, desde el seminario 20, Aún, (1972-73) en
el que define al Otro ya no como lugar de la palabra y que hemos trabajado en
las sesiones de RHIPNA[4] los años anteriores, Otro
como reservorio significante, sino que Lacan introduce aquí al Otro en relación
al goce del cuerpo, él dirá: “de este
lugar del Otro, de un sexo como Otro, como Otro absoluto, Otro encarnado”
(1972-73. p. 16), con este Otro se encuentra el niño, Otro que habla lalalengua de una manera particular y
frente a la cual hay una extraña sensibilidad, “una receptividad del niño a la otredad de lalangue” (Soler, 2012) que
es lo que hemos llamado impregnación.
Sabemos
entonces que el cuidado del cuerpo del bebé, va asociado al laleo propio de la
lengua materna, lengua de goce y de deseo al mismo tiempo, lengua erótica, Freud
dice incluso que en esos primeros meses el bebé es “la muñeca erótica de la
madre”, pues Freud describe la escena en
el tren de una madre con su bebé que lo chupa, lo muerde, lo coge por todos
lados, de modo que él puede decir que el recién nacido es un objeto,
nosotros podemos agregar objeto real, en las manos de la madre que puede usarlo
como una posesión, como una muñeca erótica para gozar y hacer gozar. (Soler,
2004)
Esta
conjunción de palabra y goce permite a Lacan retomar el asunto del lenguaje y
de la sexualidad en un solo término. Lo que Freud llamaba sexualidad él lo
traduce como cuerpo gozante por haber sido impregnado por esta lengua, lalalengua, de la cual guardará el sello,
la impronta. Coalescencia entre impregnación por el discurso y momento de
encuentro con lo real-sexual.
Pues
bien, eso es un niño, por lo tanto, el significante que lo nombra con respecto
a la edad queda corto y si bien como termino, niño, es usado por Freud y por
Lacan, señalo que cuando hablan del niño o el púber que es el termino
freudiano, lo hacen precisamente para hablar de la sexualidad, del goce que
implica la infancia, del despertar sexual de la pubertad, es decir, si hay algo
que caracterice desde el psicoanálisis estos dos términos tiene que ver con lo
que va del lenguaje al goce.
Ahora,
los planteamientos de Lacan de los años 70, sobre el goce precisamente en
seminario Aun, sobre el nudo y el síntoma en los seminarios RSI y sobre Joyce son el camino que le permite
una nueva subversión con respecto al sujeto del psicoanálisis. Lacan deja de
usar el significante sujeto e incluso el significante inconsciente para hablar
del ser humano, y utiliza otro neologismo: “Parlêtre”
para nombrar el sujeto que conocemos como sujeto dividido como efecto del
lenguaje, aquel que es representado por un significante para otro significante,
pero a la vez este término nombra lo real del inconsciente que se deduce por la
vía de lalalengua. “Parlêtre” será un significante que señala el vinculo o nudo con lo
real del goce proveniente de la lengua, lo real como resto, lo que queda de la
inmersión en el lenguaje que ya esbocé más arriba. Ese significante condensa lalalengua
como marca que produce un resto y la lengua o más bien el lenguaje, lo que
llamamos Otro como juntura y efecto sobre el cuerpo. Es claro que solo a partir
de ahí el humano queda vaciado del ser, (qu’il vit de l´être), en la medida que
tiene su cuerpo, él no lo tiene por cierto más que a partir de ahí. (Lacan
1975)
El humano no es por tanto
lo que se refiere al ser, sino más bien al hecho de tener un cuerpo, y el
tener produce resonancias en cuanto a
que no se nace con él, pues no se trata del organismo, Lacan habla de ese
cuerpo del niño que es hablado por el Otro, cuerpo reservorio de goce, y cuerpo
con la marca de la letra de ese vaciamiento del ser.
Este término, “parlêtre” producido una vez más como un neologismo es introducido
por Lacan por primera vez en la conferencia sobre Joyce el síntoma II que fue
publicada en 1979. La traducción del término es compleja en español y hay
varias propuestas. Una de ellas es hablanteser, palabreanteser o palabraser,
pero en definitiva si usamos el termino francés “parlêtre” varias cosas se conjugan: no elimina la noción del sujeto “falta en ser”,
por eso habla del humano vaciado de ser (qu’il vit de l’etre) pero a este le
agrega la palabra, la letra y el goce que son motivo de nuevos acentos en los
años 70, como ya lo señalé, a partir precisamente de los estudios sobre Joyce.
“Parlêtre” Implica
un cuestionamiento del término inconsciente, pues en esta conferencia Lacan
(1975b p. 591) dice, lo cito: “de allí mi expresión parlêtre que sustituirá
la de Inconsciente de Freud: Inconsciente quítate de ahí para meterme yo. Lo
que quiere decir que el Inconsciente en
Freud cuando él lo descubre, es de un
solo golpe, luego, después de la invención hay que hacer el inventario…el Inconsciente es un saber en tanto que hablado
como constituyente del hombre” Me
queda claro es que inconsciente y parlêtre-
hablanteser no son lo mismo, el parlêtre incluye al inconsciente, que es el descubrimiento
freudiano, pero Lacan hace el inventario de lo que ese descubrimiento
supone: lo real de la lengua, lalalengua,
la letra del síntoma y el saber, pasado por el cuerpo, o más bien con el cuerpo
como soporte, consonancias y resonancias, que una palabra negativa como inconsciente
no contiene.
Un
niño entonces entra perfectamente en este concepto, la edad no cuenta insisto,
cuando digo niño prolongo el asunto, incluye en él el termino adolescente.
Porque creo que, aunque complejo queda dicho, que la noción de niño, tal como
la conocemos desde la noción de la evolución no incluye ese sujeto real que se
afirma en su deseo y mucho menos en su ser de goce encarnado.
Esta
ultima parte de la enseñanza de Lacan que introduce lalalengua y el parlêtre,
está casi sin explorar en lo que atañe a la clínica con niños, y es una
enseñanza que zanja con la cuestión freudiana de la spaltug, de la escisión. Es un cambio de perspectiva donde lo real
del goce antecede la singularidad del nudo del viviente y del verbo.
La
incidencia clínica a mi modo de ver es completa, la inventiva única del síntoma
permite una articulación del goce con aquello que el sujeto asume en su
palabra, me parece pertinente explorar estos conceptos en la clínica con niños
de casos complejos, donde la trama sintomática concierne al niño pero también
el entorno, el aprendizaje y otros aspectos que cada vez más suigeneris, que
ponen a la neurociencias o a las ciencias conductuales en fracaso, tal es la
dimensión gozante de esos arreglos que hacen algunos niños o adolescentes para
tramitar o incluso inventar una solución frente a lo real que toma el cuerpo.
La clínica lacaniana del parlêtre
determina una experiencia que introduce a cada sujeto en una ética de la
responsabilidad de su modo singular de goce.
Cierro
entonces recapitulando, en el encuentro entre lo Real y lo Simbólico queda una
huella de goce, imposible de absorber por el significante. Si bien este tiempo
es efímero, lo que quedó allí como resto perdura, es de hecho, más tarde lo que
engendra el tiempo de la repetición de las vueltas significantes, que nunca
alcanzan ese Real, pero que sí pueden enmarcarlo en una construcción
fantasmática, tal el niño que al inicio de su análisis, luego de dos o tres
sesiones en las que hablaba de los videojuegos de su interés, empieza sesión tras
sesión un juego con dos chimpancés, uno grande y acuerpado, en posición diría
yo de defensa, que es la madre y otro también acuerpado pero más pequeño el que
él en su juego toma como el hijo, pero con un trasero prominente con el cual
“enmierda” todo a su paso. El juego de “cagar” al otro, madre, analista,
consultorio, juguetes, libros, no está acompañado de palabras, solo sonidos,
onomatopeyas del acto de defecar y las subsiguientes carcajadas. El juego no cambia,
pero aparecen algunas palabras: cagar, lo cagué, la cagué, qué cagada y las
carcajadas… de ahí no sale, no aún, el chimpancé pequeño aniquila todo a su
paso con su trasero enorme haciendo eco a lo que escucho en las primeras citas
de ambos padres cuando lo nombran “culicagado”, diciendo que X es una cagada.
La construcción fantasmática lo ubica en un lugar determinado por el encuentro
con la realidad de la pareja familiar, un embarazo como una cagada de los
padres muy jóvenes introduce este niño al universo que lo espera. El juego
repite el goce que hace cuerpo en el síntoma que no le permite estar
escolarizado, pues destruye, daña todo a su paso: “hermanos, compañeros,
maestras, trabajo”, el juego repetido de destruir, derrumbar, dañar con su
cuerpo lo que es el Otro, parece la lengua particular de este niño que hasta
ahora se encuentra con alguien que le permitiría poner algún limite a este
acontecimiento de goce en su cuerpo que hasta ahora han llamado hiperactividad.
REFERENCIAS
Freud, Sigmund. (1916-17) "Conferencias
de introducción al psicoanálisis. 20ª Conferencia. La vida sexual de los seres
humanos" (1917 [1916-17]), en "Obras Completas", Volumen
XVI, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1992, pág. 284.
Lacan, Jacques.
(1972-73) El Seminario Aun, libro 20. Editorial Paidós, Barcelona 1981, p. 16.
Lacan,
Jacques (1974).
Conferencia en Ginebra sobre el Síntoma.
En
www.ffcle.es/files/2013/Conferencia%20en%20Ginebra%20ESP.doc
Lacan, Jacques
(1975) Joyce, el Síntoma II. http://biopoliticayestadosdeexcepcion.blogspot.com.co/2013/03/joyce-le-symptome-ii-joyce-el-sintoma.html
Lacan,
Jacques (1975 b) Joyce el
Síntoma. En. Otros escritos, Ed. Siglo XXI. Buenos Aires. 2011. P. 591.
Soler,
Colette (2004). Lo
que decía Lacan de las mujeres. Las madres en el Inconsciente. Editorial No
todo. Medellín.
Soler,
Colette (2012).
L’inconscient réinventé. Presses universitaires de France. París.
P. 34
[1] Texto
producto de la presentación de la sesión inaugural seminario clínico RHIPNA, presentado
el 9 de febrero de 2017.¿Existen el niño y el adolescente? ¿Cómo articular a
estas nociones la de sujeto y la de hablanteser?
[2] Traducción propuesta por Peusner P.
del verbo entendre que según el autor
condensa en el uso que hace Lacan de los valores de los verbos en español:
escuchar y entender. Traducción que acojo en mi trabajo. Para ello ver.
Peusner, P. El Otro y el niño. Letra Viva editorial. 2011. Buenos Aires.
P. 42
[3] Ya
muchos traductores han insistido en la dificultad de proponer una palabra en
español que nos permita decir esto: Lacan condensa y juega con la palabra
materialidad del inconsciente, pero desliza una letra que transforma o
introduce el significante “mot” – palabra -
para referirse de lleno a eso de lo que está hecho el inconsciente. Palabra-materia
del inconsciente
[4]
RHIPNA – Foro Pereira ha constituido, desde 2013, un espacio de reflexión
permanente sobre el psicoanálisis con niños y adolescentes, desde el cuestionamiento
de estas nociones basadas en los planteamientos de Freud y de Lacan.
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